7.7. Hechos contrarios a la teoría de Malthus

La mayor parte del Ensayo sobre la población se ocupa en lo que en realidad es una refutación de la teoría expuesta en el libro, porque al revisar Malthus lo que llama freno positivo de la población, demuestra simplemente que los resultados que atribuye a la superpoblación, derivan en realidad de otras causas. De todos los casos citados en que el vicio y la miseria frenan el aumento, limitando los matrimonios o acortando la vida humana (y casi todo el globo se omitió en el examen), no hay ni un solo caso en que el vicio y la miseria se puedan explicar por un efectivo aumento del número de bocas respecto al poder de las correspondientes manos para alimentarlas; pero en todos los casos el vicio y la miseria se muestran procedentes, ya de la ignorancia y capacidad antisociales, ya del mal gobierno, leyes injustas o guerras destructoras.
Ni lo que Malthus dejó de mostrar, lo ha mostrado nadie después. Se puede inspeccionar el mundo y revisar la historia en vano, buscando algún ejemplo de un país importante en el cual la pobreza y la necesidad puedan ser atribuidas con justicia a la presión de una población creciente. Cualesquiera que sean los posibles peligros del poder procreador, todavía no han aparecido en ninguna parte. Cualquiera que sea algún día, aún no ha sido nunca éste el mal que ha afligido a la humanidad. ¡La población tendiendo a sobrepasar el límite de la subsistencia! ¿Cómo es, pues, que nuestro globo, después de tantos millones de años de haber hombres en él, está aún tan poco poblado? ¿Cómo es, pues, que tantas de las colmenas de la vida humana están hoy desiertas, que la maleza cubre campos antaño cultivados y las fieras lamen sus cachorros donde un día hubo concurridos albergues humanos?
En cuanto al África, no hay duda. El África del Norte apenas contiene una parte de la población que tenía en la antigüedad; el valle del Nilo tuvo un día una población enormemente mayor que la actual, mientras que al sur del Sahara nada prueba un aumento en tiempos históricos y el tráfico de esclavos ciertamente ha causado una extensa despoblación.
El malthusianismo predica una ley universal: que la tendencia de la población es sobrepasar las subsistencias. Donde quiera que la población a alcanzado cierta densidad, esta ley, si existiese, debería resultar tan evidente como cualquier otra de las grandes leyes naturales que en todas partes han sido reconocidas. ¿Cómo es, pues, que ni en las creencias y códigos clásicos, ni en los de los hebreos, los egipcios, los hindúes, los chinos, ni de ninguno de los pueblos que han vivido en densa asociación y han elaborado credos y códigos, encontramos ningún precepto para la práctica de las prudentes restricciones de Malthus? Por el contrario, la sabiduría de los siglos, las religiones del mundo, siempre han inculcado deberes cívicos y religiosos que son todo lo contrario.

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