1. Thomas Malthus y el principio de población

"Creo que puedo con justicia formular dos postulados: Primero, que la comida es necesaria para la existencia del hombre. Segundo, que la pasión entre los sexos es necesaria y seguirá así". Malthus. Primer ensayo sobre población.

INTRODUCCIÓN

El malthusianismo es una teoría delineada por el célebre pastor anglicano y profesor de economía e historia llamado Thomas Robert Malthus (1766-1834). Sin embargo, una parte notable de las ideas que Malthus desarrolló ya habían sido expuestas, o cuando menos sugeridas anteriormente.
“El impacto del primer Ensayo no se debió a su originalidad. Al menos dos siglos antes, el italiano Giovanni Botero ya había puesto de manifiesto la oposición entre virtus generativa y una virtus nutritiva, señalando igualmente una suerte de frenos positivos y preventivos. Giammaria Ortes, Richard Cantillon, William Petty, James Steuart, Arthur Young, Benjamín Franklin, Joseph Townsend, Otto Diedrich Lütken, Robert Wallace, Adam Smith, David Hume… Son tantos los autores anteriores a Malthus en los que podemos encontrar no ya una anticipación de su modelo, sino prácticamente el modelo al completo, que resultaría injusto llamarles precursores de Malthus, sino que más bien hay que pensar en Malthus como un simple coordinador y reformulador de tesis”.
Malthus era un pastor anglicano y un profesor de economía. De esta doble faceta profesional van a quedar huellas interesantes en su Ensayo sobre la Población. Su interés por la demografía estuvo subordinado a sus objetivos de investigación en el área de la economía política, pero también como hombre religioso, poseedor de una conciencia moral, sensibilizado ante los problemas del prójimo. No cabe duda que para Malthus el gran problema que afectaba a la mayor parte de sus compatriotas era la pobreza. Esta sensibilidad moral y social, que le reclamaba a hacer algo para remediar semejante problema, está presente, al menos intencionalmente en su obra. Para algunos autores, Malthus se dedicó con ánimo filantrópico a investigar las causas que paralizaban el bienestar social y las posibilidades de eliminar total o parcialmente tales rémoras.
En esta perspectiva arriba a un planteamiento, en mi parecer erróneo, cuando afirma que la pobreza no está tanto en la escasez de bienes, cuanto en el exceso de población entre quienes repartir dichos bienes y en consecuencia, no pudiendo aumentar estos en la debida proporción, disminúyase la población para así remediar la pobreza. Su argumentación es como sigue:

“Cuando se averiguó que el gas oxígeno o el aire vital puro, no curaba la tisis, como se creyera en un principio, si no que más bien agravaba los síntomas de la enfermedad, ensayose un aire dotado de distintas propiedades. Propongo pues aplicar a la cura de la pobreza igual procedimiento filosófico. Supuesto es de toda evidencia que, aumentando el número de obreros, no hacemos más que agravar los síntomas de esta funesta enfermedad, yo desearía que se ensayase ahora el disminuir su número” Thomas Malthus

Malthus publicó en el 1798 su obra Essay on the Principe of Population (Ensayo sobre el Principio de la Población), convirtiéndose ésta en el estímulo más prolongado en el tiempo y mas relevante en el espacio científico para los planteamientos demográficos de sus contemporáneos y de las teorías demográficas de inspiración económica, que le siguieron y también sirvió de inspiración a modernas tendencias más ideológicas que científicas, que llegan hasta el presente, amparadas en la denominación de neomalthusianismo. Tanto la primera edición del Ensayo (1798) como las posteriores seis ediciones, que siguieron durante 30 años, han constituido el soporte teórico de la más influyente argumentación de cuantas han tratado de poner en relación el crecimiento demográfico y sus consecuencias sociales. Al menos así sucedió hasta tiempos muy recientes.

Read more...

1.1. Esquema histórico del Malthusianismo

1. Thomas Malthus

2. Francis Place: el origen de malthusianismo 1822


Francis Place (Inglaterra) y Robert Owen. James Mill y John Stuart Mill

3. La liga malthusiana: 1860-1914

3.1. Propagadores

Inglaterra 1860 Charles Bardlaugh, Annie Besant, 1877 R. Drysdale
Holanda: 1879 Dr Rutgers. « Net Malthusiabschelbond »
Francia: Paul Robin 1896. Liga para la regeneración humana
Norteamérica: Robert Dale Owen “Moral Phisiology” y Dr. Knowlton.
Alemania: Alfred Bernstein
Darwinistas sociales: Richard Carliste, Owen, Darwin, Spencer y Huxley.
3.2. Ley Comstock que prohíbe el tráfico de publicaciones y objetos anticonceptivos
3.3. Desarrollo de métodos anticonceptivos

- 1838 Friedrich Adolph Wilde ginecólogo alemán desarrolla una funda cervical
- 1843 Condón
- 1881 El médico alemán diseña el primer diafragma, quien lo describió en un artículo en 1880, bajo el pseudónimo de Wilhelm P.J. Mesinga, el cual se popularizó rápidamente en Alemania y Holanda.
- 1885 Walter Rendez. Supositorios de quinina
3.4. Congresos Internacionales de Maltusianismo
- 1900 París
- 1905 Lieja
- 1910 La Haya
- 1911 Dresde

4. Del malthusianismo al “birth-control”. 1914-1936

4.1. Florecimiento sexual de la mujer: Amor libre

- Margaret Sangers (Estados Unidos) 1914 Women Rebel. Fundadora de la Liga americana del Birth Control.
- Mrs Ware Dente (Estados Unidos) Funda en 1919 la “Voluntary Parenthood league”
- Mrs Stopes (Inglaterra) Funda la “Society constructiva Birth Control anda racial progress”
- Dr. Magnus Hirschfeld (Alemania)
4.2. Etapas
- 1926 VI Conferencia Internacional Maltusianismo y “Birth Control”.
- 1926 Se vota en la cámara de los Lores a favor de la enseñanza del Birth Control en los Servicios de maternidad.
- 1927 I Congreso Internacional de Población. Unión Internacional para el estudio científico de la población.
- 1927 Medical Women´s Federation Newsletter
- 1927 Leunbach funda en Dinamarca la Liga Mundial para la reforma sexual.
- 1930 Conferencia de Lambath de los obispos anglicanos.
- 1936 Asociación para la reforma de la ley del aborto
- 1936 La Nacional Birth Control Association adopta el nombre de Family Planning Association
4.3. Conferencias Internacionales de maltusianismo y Birth Control
- 1921 IV Conferencia Internacional de Maltusianismo y “Birth- Control” en Ámsterdam.
- 1922 V Conferencia en Londres
- 1928 VI Conferencia en New York
- 1930 VII Congreso en Zurich

Read more...

1.2. Biografía de Malthus

Economista inglés nacido en 1766. Su padre fue un caballero culto relacionado con los principales filósofos de la época. Thomas era el más joven de la familia y estaba destinado a entrar en la Iglesia.
Nació el 13 de febrero de 1766 en Guildford, en el condado de Surrey. Fue el segundo y último varón de los ocho hijos de Daniel Malthus, pequeño hacendado y un hombre un tanto fuera de lo corriente, una de cuyas más felices rarezas consistió en ser, a la vez, amigo de David Hume y de Jean-Jackques Rosseau, quienes le visitaron conjuntamente cuando el pequeño Robert (parece que en la vida privada nunca fue
Según Malthus, el aumento de la miseria elimina naturalmente una fracción de la población. Adicionalmente, la presión que ejerce la miseria lleva a retardo el matrimonio.
En 1785, entró en el St. John´s College de Cambridge, donde se interesó principalmente por la filosofía y las matemáticas. Fue elegido asociado, entró en la Iglesia y, durante unos años, estuvo de párroco rural.
En junio de 1793, Malthus recibió una beca que le permitió permanecer en Cambridge hasta 1804, en que renuncia para casarse. Desde 1796, se las arreglaba para atender el curato de Albury, cerca de la nueva casa paterna, y Cambridge.
Entonces desarrolló su famoso Essay on the Principle of Population as it affects the Future Improvement of Society (Los Principios de la Población y sus Efectos Futuros sobre la Sociedad), publicado en 1789.
La primera edición, con sus amplias exposiciones y sus tendencias religiosas ocultas, atrajo una gran atención, aunque también mucha crítica adversa; por ello, Malthus decidió pasar los años siguientes viajando por el continente europeo, recogiendo datos a favor de su tesis. Sus investigaciones se incluyeron en la segunda edición revisada, que se publicó en 1803.
En 1806, se le nombró profesor de Economía Política en el Haileybury College, una nueva escuela para la formación del personal de la Compañía de las Indias Occidentales; siguió allí hasta 1834.
Sus otras obras principales incluyen Naturaleza y Progreso de las Rentas (1815), La Ley del Pobre (1817), Principios de Política Económica (1820) y Definiciones de Política Económica (1827).
El Ensayo sobre la población proporcionó a Malthus un amplio reconocimiento; se hizo amigo íntimo de David Ricardo, con el que mantuvo una larga correspondencia; fue miembro fundador del Political Economy Club; testificó ante varios comités parlamentarios y fue elegido miembro de la Sociedad Real de Inglaterra.
Es posible que nunca hubiera escrito el Ensayo sobre la Población, si su padre no hubiese sido un admirador del filósofo Condorcet, cuyas obras tradujo y propagó William Godwin. En 1793, Godwin publicó su Enquiry concerning the Principles of Political Justice, and its Influence on General Virtue and Happiness, que sostenía que el hombre podía lograr la perfección por medio de la razón y la comprensión.
Estas predicciones optimistas convencieron al padre de Malthus, pero Thomas quedó preocupado por los capítulos sobre la población de La Riqueza de las Naciones y por la ley de los rendimientos decrecientes expuesta por Turgot. Sus dudas le movieron a escribir el Ensayo sobre la población, en el que sostuvo que, mientras que los medios de subsistencia tendían a crecer en progresión aritmética, la población crecía en progresión geométrica. En las últimas ediciones del Ensayo sobre la Población, modificó esta rígida teoría, sosteniendo que los incrementos en la población quedarían limitados por la restricción moral, el vicio y la miseria.
El principal efecto de su Ensayo sobre la población fue barrer las esperanzas optimistas diseminadas por Godwin y Adam Smith, puesto que parecía que, a medida que aumentaba la población, deberían cultivarse tierras cada vez menos fértiles, y el aumento en la producción de productos alimenticios no alcanzaría la demanda.
Los descubrimientos posteriores de la ciencia demostraron los infundados que eran estos temores, pero las ideas de Malthus tuvieron mucha influencia en el sistema de leyes sobre los pobres de Gran Bretaña.
A principios del siglo XIX, el socorro a los pobres estaba administrado por los jueces locales, según el precio del pan y el número de las familias pobres. En opinión de la doctrina malthusiana, esta política parecía aumentar las posibilidades de sobrepoblación, enmendándose drásticamente estas leyes en 1834.
En el pensamiento económico, la interpretación de Malthus de la ley de los rendimientos decrecientes influenció a David Ricardo, y fue la causa de que se conociera a la ciencia económica con el nombre de "ciencia lúgubre".
Malthus tuvo tres hijos, un varón y dos niñas, la menor de las cuales murió a los diecisiete años. Él falleció, repentinamente, en 1834, durante una visita al hogar paterno de su esposa en Claverton, y fue enterrado en la abadía de Bath.

Read more...

1.3. La ley de la población

William Wales logró publicar en 1781, con la colaboración del clero, Encuesta sobre el presente estado de la población de Inglaterra y de Gales, y en 1801 se dieron a conocer los resultados del primer censo británico.

Malthus alcanzó la notoriedad académica de forma inmediata con la primera edición, en 1798, de su Ensayo sobre el principio de la población. Es posible que la verdadera influencia de esta obra de Malthus no esté tanto en las aportaciones que con ella se hacen a la ciencia de la demografía, sino en centrar el asunto en el verdadero y siempre presente problema “de la población sobre los recursos disponibles y, más en concreto, en establecer la relación entre crecimiento demográfico y desarrollo económico” Malthus formuló su simple y atractiva Ley de la Población, en cual sostenía que la capacidad reproductiva del género humano excede ampliamente a las necesidades de sustitución de los individuos eliminados por la muerte, por lo que la población tendería a crecer ilimitadamente, a “llenar millones de mundos en unos pocos miles de años”. Es decir, los ritmos de desarrollo de la población tienden a seguir una ley exponencial: la población tiende a desarrollarse según una progresión geométrica. En cambio los recursos alimentarios no se desarrollan al mismo ritmo. La ley de crecimiento de subsistencias puede ser el de una progresión aritmética. Por consiguiente, mientras los medios de subsistencia (la producción de alimentos) tendían a crecer en progresión aritmética, la población crecía en progresión geométrica.

“afirmo que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre. La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los alimentos sólo aumentan en progresión aritmética. Basta con poseer las más elementales nociones de números para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de estas dos fuerzas”. Thomas Malthus. Primer ensayo sobre la población

Como referente de su planteamiento, Malthus tenía presente lo que podría ocurrir en la Gran Bretaña en el supuesto que estas dos fuerzas jugaran libremente. Para ser más exacto, en el supuesto de que el aumento de la población no encontrara ningún obstáculo, expandiéndose geométricamente por un largo período, la población se duplicaría cada veinticinco años.

“La población de nuestra isla - dice Malthus - es actualmente de unos siete millones; supongamos que la producción actual baste para mantener esta población. Al cabo de los primeros veinticinco años la población sería de catorce millones, y como el alimento habría también doblado, bastaría a su manutención. En los veinticinco años siguientes la población sería ya de veintiocho millones y el alimento disponible correspondería a una población de tan sólo veintiún millones. En el período siguiente la población sería de cincuenta y seis millones y las subsistencias apenas serian suficientes para la mitad de esa población. Y al término del primer siglo la población habría alcanzado la cifra de ciento doce millones mientras que los víveres producidos corresponderían al sustento de treinta y cinco millones, quedando setenta y siete millones de seres totalmente privados de alimentos”. Thomas Malthus. Primer ensayo sobre la población.
Sin embargo Malthus no reduce su discurso al ámbito de la Gran Bretaña, da un paso adelante y aplica el mismo razonamiento a nivel mundial.

“Estimando la población del mundo, por ejemplo, en mil millones de seres, la especie humana crecería como los números: 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512, etcétera, en tanto que las subsistencias lo harían como: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10; etc. Al cabo de dos siglos y cuarto la población sería a los medios de subsistencia como 512 es a 10; pasados tres siglos la proporción sería 4096 a 13 y a los dos mil años de diferencia sería prácticamente incalculable a pesar del enorme crecimiento de la producción para entonces”. Thomas Malthus. Primer ensayo sobre la población.

Teniendo en cuenta este muy probable y excesivo crecimiento de la población, que se comporta como un devorador de los recursos de subsistencia, no son renovables a la par con el crecimiento poblacional, Malthus se dedica a reflexionar sobre los posibles y variados procedimientos para alcanzar el fin último de equilibrar la volumen poblacional conforme a los recursos, de tal forma que se evitase una catástrofe inminente.

“No hemos asignado límite alguno a la producción de la tierra. La hemos concebido como susceptible de un aumento indefinido y capaz de rebasar cualquier límite que se le fije, por muy grande que éste sea: sin embargo, la fuerza de la población es de un orden superior y, por consiguiente, el crecimiento de la especie humana únicamente podrá mantenerse nivelado al aumento de los medios de subsistencia, mediante la constante acción de la poderosa ley de la necesidad, refrenando el impulso de la mayor de estas fuerza”.Thomas Malthus. Primer ensayo sobre la población.

En todas las ediciones (primera edición de 1798 y seis ediciones posteriores entre 1803-1830) aparecen las dos formas o versiones de los procedimientos de control de la población: para algunos, una primera, dura o fisiológica, que se corresponde con el normal procedimiento de que la naturaleza se ha valido a lo largo del tiempo para controlar el crecimiento de la población, pone el énfasis en los frenos positivos que aquel tipo de medidas “tanto de orden moral como físico, que tienden a debilitar y destruir prematuramente la constitución humana” cap. 5 (enfermedades, muertes, guerras, hambrunas, miserias, etc.). Malthus atiende a otra forma más humana, los frenos preventivos, constituidos por aquella serie de métodos y medidas que limitan la natalidad (algunos autores la denominan blanda o sociológica). Comprenden desde la continencia hasta el aborto. Malthus sin embargo entiende que es el ejercicio de la contención moral el único freno aceptable, es decir, pospone el matrimonio hasta que el varón esté “seguro de que, caso de tener una familia numerosa, sus esfuerzos lograrán evitarle vestir con harapos, vivir en la más absoluta pobreza y la consiguiente degradación en su comunidad”. Malthus rehúsa cualquier otro medio, anticoncepción, aborto, infanticidio, etc., como “medios impropios” por cuanto constituyen una práctica viciosa, que “rebaja de manera señalada la dignidad de la naturaleza humana”. La historiografía ha asociado habitualmente la versión dura a la primera edición del Ensayo, y la blanda a las ediciones posteriores.
El desequilibrio entre el incremento demográfico y la producción de alimentos, considerado con relación al mundo entero, ha de ir acentuándose cada vez más hasta culminar con la guerra, el hambre y la miseria. Aunque Malthus confiaba en que la mejora de las técnicas agrícolas permitirían aumentar la producción, afirmaba que esto no sería suficiente, a pesar de que previsibles desastres (guerras, plagas, enfermedades...) redujeran el ritmo del crecimiento demográfico. Es en la segunda publicación (1803) donde nace el llamado “malthusianismo”, una corriente ideológica que propone la restricción voluntaria de la procreación para remediar la desproporción prevista en el futuro entre la población y los alimentos. Este resurgimiento del malthusianismo se fundamente, precisamente, donde las últimas ediciones del Ensayo sobre la Población, modificó su rígida teoría, sosteniendo que los incrementos en la población quedarían limitados por la restricción moral, el vicio y la miseria. Desde la óptica del catastrofismo y del pesimismo, el autor, que profesaba sólidas convicciones religiosas y morales, define que para evitar la explosión demográfica, se tendría que disminuir la natalidad. Proponía que se limitara la natalidad a través de la continencia durante el celibato y del voluntario retraso de la edad de la celebración de los matrimonios. Sin embargo, Malthus estuvo lejos de proponer el control de la natalidad a través de medios artificiales y violentos para la vida humana, más lejos aún de propiciar una acción gubernamental en este campo; probablemente la intervención gubernamental le hubiera parecido detestable. Malthus siempre fue partidario de limitar drásticamente la acción del Estado, llegando a decir que “toda interferencia excesiva en los asuntos personales es una forma de tiranía”. No obstante, sin inhibición alguna, corrientes ideológicas ulteriores, tales como el neomalthusianismo, apoyándose en el aparato gubernamental, incluyen los más variados métodos anticonceptivos, desde la continencia hasta el aborto, como mecanismo primordial para controlar la población.
Malthus estimaba que el empleo de ciertos métodos para impedir los nacimientos envilecía la naturaleza humana, despojándola de su dignidad.
Malthus reformuló insistentemente, hasta la saciedad, su teoría de que el origen de los males se encontraba en el exceso de la población. La población excedente provenía de las clases más desfavorecidas: la clase humilde, la pobre. Identificada la causa (la pobreza) que provocaba el origen del mal, a Malthus le restaba, como “médico social” proponer la cura: eliminar al pobre. De forma genial sostenía que la presión que ejerce la cantidad de habitantes del planeta es una “ley natural”, lo cual hace que la pobreza sea natural e inevitable.
Cualquier esfuerzo social y político que se haga para reducir desigualdades o mitigar el sufrimiento sería contraproducente porque provocaría un incremento de la población, lo cual implicaría a su vez un aumento de la presión que pesa sobre los recursos de producción, explica Malthus. Por lo tanto, un sistema de propiedad común, capaz de mantener a poblaciones aún mayores, resultaba una afrenta al orden "natural" de las cosas.
Una de las preocupaciones centrales de Malthus era la legislación para los pobres. Las leyes sociales perturban el juego de las leyes de la naturaleza, que quiere seleccionar a los más aptos y eliminar al resto. Desde 1803, Malthus precisará que no todos tienen reservado un lugar en el banquete de la naturaleza; la naturaleza notifica a los inútiles que tiene que irse, y no tarda en ejecutar su propia orden. Las clases dirigentes y el sistema político quedan libres de culpas respecto de la pobreza porque, según Malthus, la causa de la indigencia es la fertilidad y no el desempleo, la falta de tierras o el alto precio de los alimentos. La teoría de Malthus constituyó entonces un argumento clave: la seguridad que brindaba la ayuda mencionada estimulaba a los pobres a reproducirse. Por lo tanto, la causa de la pobreza era la fertilidad. Pero sucede que no es posible influir sobre el factor de la fertilidad, indica el pensador.
Malthus tendió siempre a considerar que las causas de la pobreza tienen un origen natural y no social. Esta premisa ideológica puede haber sido a su vez responsable de la positiva acogida del Ensayo, habida cuenta de lo funcional que resultaba para los gobernantes y las clases acomodadas una teoría que responsabilizaba a los pobres de su propia desgracia. En esencia, el debate entre maltusianos y antimalthusianos (generalmente, marxista) se ha basado en las perspectivas de aceptación o rechazo de esta premisa ideológica. La concepción de Malthus fue impugnada enérgicamente, desde distintos puntos de vista, por diversos y destacados autores de su tiempo, que pusieron en evidencia la falta de fundamentos de la presunta “ley de población”. En el plano político y económico-social, se destaca especialmente la crítica al malthusianismo y al neomalthusianismo formulada por Marx, Engels y Lenin, que, como algunos ideológicos socialistas anteriores, vieron en esa doctrina un retrato del capitalismo contra los intereses de la clase proletariada. Para Marx, la relación fundamental no está entre los medios de subsistencia y la población, sino entre la población y las instituciones económicas, no existen leyes demográficas inmutables aplicables a la especie humana; cada época histórica y cada sociedad tienen sus propias leyes de población, en virtud de las que se determinan las consecuencias del crecimiento demográfico. Si bien es cierto que bajo el régimen capitalista existiría una sobrepoblación relativa, este fenómeno no se debería a la escasez de la subsistencias, sino a la desiguales condiciones de reparto de los bienes generales por la plusvalía, o sea, por la explotación de los hombres por los hombres. Marx y Engels rechazan de plano la idea de Malthus de que “los pobres son los responsables de su pobreza,... la pobreza es resultado de la mala organización de la sociedad”, en especial de la sociedad capitalista.
Otras muchas son las objeciones que pueden hacerse a la teoría malthusiana, aun cuando en lo sustancial pudieran generarse algunas coincidencias (como dice Adolfo Wagner), sin embargo, como primera e importante matización hay que dejar constancia de que “toda generalización en sociología, referente a la acción del medio físico, la raza, la población, debe tener en cuenta las condiciones relativas a cada sociedad, en particular”, al grado de civilización alcanzado, al desarrollo técnico y a otros imponderables en cada caso, por lo que su planteamiento sociológico, que no respeta la relatividad de las conclusiones científicas, ha de tomarse con precaución. Anotada la precedente precisión pueden formularse algunos otros aspectos que pueden fundamentar propuestas críticas de la teoría de Malthus y del malthusianismo: el espectacular desarrollo demográfico de los EE. UU. de América era para inquietar a cualquiera, al menos a hombres de ciencia preocupados por las condiciones de vida de sus contemporáneos, sin embargo ni Malthus ni otros contemporáneos se dieron cuenta de que las condiciones del fenómeno eran también únicas en la historia de la humanidad.

“Reducir al rigor matemático de una progresión aritmética el crecimiento de subsistencia es desconocer el poder de la invención humana (...) que puede convertir en sustancias adecuadas a la nutrición humana, las que hasta ahora no lo han sido”.Antonio Caso, Sociología, 1969

La humanidad puede además restringir sus instintos genésicos, como el mismo Malthus aconseja, y nos muestra la actual experiencia referente a la población de las sociedades avanzadas, cuya situación resta validez a la progresión geométrica que guía el aumento poblacional.
Como afirma Rafael Puyol Malthus “no acertó en sus previsiones porque la revolución demográfica que comienza entonces es coetánea con otras dos revoluciones que cambiaron la historia de la humanidad: la agrícola y la industrial, que a su vez tuvieron detrás una revolución científica y técnica que posibilitó las transformaciones económicas y redujo la incidencia de males tradicionales como el hambre o las epidemias”.
Antes de concluir este apartado, sería interesante tomar en consideración otros factores, que inciden en el complejo y difícil fenómeno del volumen poblacional: ideas, creencias y movimientos religiosos, procesos de modernización y cambio de valores, organización y aprecio del matrimonio con una estimable conciencia de la paternidad responsable, facilidad de las comunicaciones y movilidad, movimientos migratorios, guerras, enfermedades, revoluciones, etc. etc. Todo ello se conjuga con la cifra poblacional de cada sociedad. En mi parecer, habría que superar a Malthus, en su idea de aprecio y valoración del hombre. Resulta extraño que el hombre albergue tanta desconfianza respecto del hombre, como lo hace Malthus.

Read more...

1.4. Influencias de Malthus

La escritura del Ensayo sobre el principio de la población de Malthus aparentemente surgió de una agitada discusión sostenida con su padre acerca de un artículo de William Godwin aparecido en The Enquirer sobre la avaricia y la prodigalidad, y que traía a colación el problema general de los mecanismos por los cuales la sociedad progresaba económica y moralmente. Thomas menciona en el prefacio de la obra que inevitablemente ha tenido que dar una visión triste acerca de la vida humana porque está convencido de que esos elementos de tristeza y de depresión son parte del devenir de los hombres, y no porque él tuviese una predisposición para ver la vida de una manera depresiva y melancólica. A pesar de estos elementos, el ensayo está escrito en forma interesante y brillante, e incluye varios de los temas sociales que estaban en boga en ese tiempo: las relaciones de una creciente población y su bienestar y muchas de las ideas de gobierno desprendidas de la Revolución francesa. El ensayo muestra también la sensibilidad de Malthus en lo que se refiere a aspectos tan humanos como las dificultades de una familia grande para encontrar el sustento adecuado para dar atención a sus hijos, o las tribulaciones de una madre soltera. Sin duda, Thomas vertió en el ensayo muchas de sus diarias experiencias de la vida campirana adquiridas cuando atendía el curato de Okewood. Es un libro que en su sexta edición ha sido traducido a muchos idiomas y que bien vale la pena leer, aun cuando uno pueda estar en desacuerdo con algunos puntos de vista, seguramente exagerados por muchos de sus detractores (e incluso seguidores), que no necesariamente lo han leído (o entendido) adecuadamente.
Malthus reconoció a David Hume, Robert Wallace, Adam Smith y Richard Price como los hombres que más influyeron en el desarrollo de su teoría de la población. No obstante, el título de la primera edición del Ensayo hace referencia precisa a dos personas (mister Godwin y monsieur Condorcet) a cuyas ideas la obra sugiere prestar, al menos en parte, atención especial. Godwin y Condorcet tenían un atributo en común: ambos habían escrito obras utópicas en las que se presentaban visiones idealistas de la sociedad humana, de su desarrollo económico y cultural y de sus sistemas de gobierno.
William Godwin era un prestigiado escritor y filósofo, de tendencias anarquistas y no conformistas, y un fanático calvinista. Después de vivir un tiempo con Mary Wollstonecraft y por presiones sociales, contrajo matrimonio con esta mujer reconocida por su firme lucha en favor de los derechos feministas (que Godwin compartía y defendía sin reservas) en un tiempo en que ni siquiera la educación era igual para hombres y mujeres. Godwin es además famoso por la única hija que tuvo con su esposa: Mary Godwin de Shelley, autora de un libro clásico de la literatura inglesa: Frankenstein. Malthus se refería en el título de su ensayo a Godwin por el contenido y las ideas expresadas en su obra Encuesta acerca de la justicia política.
La otra persona a la que se refiere el título del panfleto de Thomas era Marie Jean Antoine Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet, excelente matemático, filósofo y literato de la Picardía francesa, que además fue revolucionario girondino, representante de París en la Asamblea Legislativa en el tiempo de la Revolución y autor de un sistema educativo que Francia adoptó entonces. Su posición tenazmente independiente en los asuntos de la Revolución lo marcó como una persona peligrosa para quienes estaban en el poder, y fue finalmente juzgado y condenado a muerte en ausencia por los jacobinos. Robespierre lo capturó y lo encarceló, y fue hallado muerto en su celda (quizá por propia mano) al día siguiente, el 28 de marzo de 1794. La obra por la que Thomas lo recuerda, publicada póstumamente, es Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano.

Read more...

1.5. Los métodos malthusianos de control de la población

Malthus ideó varios procedimientos para contrarrestar el crecimiento de la población. Y los clasifica en preventivos, para reducir la proporción de nacimientos, y positivos, encaminados al aumento de la mortalidad.

1.5.1. Procedimientos preventivos

En cuanto a lo primero, Malthus sólo aprobaba la continencia. Quienes no pudieran permitirse tener hijos, debían aplazar el matrimonio o no casarse nunca. En todo caso, la conducta prematrimonial había de ser estrictamente moral. Malthus condenaba radicalmente el empleo del vicio como medio preventivo de la natalidad, y en el vicio se incluía la prostitución, que podía reducir, en efecto, el número de nacimientos. Señalamos también que Malthus censuraba, como inmoral, el uso de medios anticonceptivos dentro de las relaciones matrimoniales. Los incluía en el apartado “vicio”. El reformador inglés Francis Place y otros estuvieron popularizando el control de la natalidad durante la vida de Malthus. Sin embargo, éste escribió en la quinta edición (1817) de su Ensayo sobre el principio de la población:

“Desde luego, siempre condenaré muy especialmente el empleo de cualquier modo artificial e innatural de frenar el aumento de la población, tanto por su inmoralidad como por su tendencia a privar a la industria de un estímulo necesario. Si fuera posible que cada pareja casada limitase a voluntad el número de hijos, habría razón para temer que aumentase muchísimo la indolencia de la raza humana y que ni la población de cada país ni la Tierra entera adquiriesen jamás su desarrollo natural y adecuado”.

Malthus fue, en efecto, un hombre religioso, con una vocación clara desde su juventud por el sacerdocio, que fue a lo largo de toda su vida adulta un clérigo de la iglesia anglicana. Y es interesante señalar que su oposición al uso de métodos anticonceptivos no se basaba sólo en principios morales. En su opinión, el matrimonio era un estímulo para que la gente trabajara más e hiciera progresar así la economía de su país. Y en su mencionado Ensayo escribía:

“Rechazaré siempre cualquier modo artificial o antinatural de controlar la población, tanto por su inmoralidad como por el hecho de que suprimen un estímulo que resulta necesario para la laboriosidad... Las restricciones que yo recomiendo son algo muy diferente, no sólo porque son aceptables desde el punto de vista de la razón y sancionadas por la religión, sino también porque constituyen un incentivo a la laboriosidad”.
De esa actitud respecto a los frenos preventivos contra el crecimiento de la población, podemos sacar tres conclusiones. Primera: Malthus abogaba por la renuncia temporal o total al matrimonio, sistema que no podía dar buen resultado. Segunda: se oponía a los medios anticonceptivos, único sistema que podía resultar eficaz. Tercera: quería que una numerosa población venciese la “indolencia” del género humano. Seguramente, no pensaba en la indolencia de los nobles terratenientes, los cuales le eran simpáticos, como luego veremos; lo que temía era la indolencia de los leñadores y de los aguadores, quienes, si tenían pocos hijos, no querrían trabajar tan duramente y ganando tan poco. Esto lo comprobamos en el capítulo V de la primera edición de Ensayo sobre el principio de la población. Malthus suponía que a todos los trabajadores que ganaban 18 peniques al día les diesen la diferencia hasta los 5 chelines. ¿Comerían entonces carne todos los días? No, porque el precio de la carne subiría. Aumentaría la producción de carne, pero el incremento de la población contrarrestaría esa ventaja. Hemos estado suponiendo, decía Malthus, que se continuaría realizando el mismo trabajo, pero no sería así, pues los trabajadores se figurarían que estaban en mucha mejor posición y no querrían esforzarse. “Y, en poco tiempo, no sólo sería más pobre toda la nación, sino que las propias clases inferiores vivirían en peores condiciones que cuando ganaban 18 peniques diarios”. Estos mismos argumentos se repiten en la sexta edición (libro IV, capítulo V).

“El trabajador pobre siempre parece vivir “de la mano a la boca”, utilizando esta expresión vulgar. Su atención, centrada en sus necesidades inmediatas, rara vez se preocupa del provenir. Incluso cuando se le presenta alguna posibilidad de ahorrar, pocas veces la aprovecha; en general, todo lo que le sobra después de satisfacer sus necesidades del momento va a parar, hablando en general, a la taberna”. V

También en la sexta edición (1826) de su Ensayo (libro IV, capítulo I) se preocupa Malthus por la indolencia de los pobres e insiste en la necesidad de una presión demográfica para obligarlos a trabajar:

“Hemos de comprender como un objetivo del Creador el que la tierra se pueble; y me parece claro que esto no puede realizarse sin una tendencia de la población a crecer con más rapidez que los alimentos… El mero deseo de tener medios de subsistencia se limitaría casi a sus efectos y no llegaría a producir esa actividad general tan necesaria para el perfeccionamiento de las humanas facultades si no fuese por el enérgico esfuerzo universal de la población para aumentar con mayor rapidez que sus alimentos. Si estas dos tendencias estuvieran exactamente equilibradas, no veo qué estímulo podría ser lo suficientemente fuerte para vencer la reconocida indolencia del hombre y obligarle a cultivar la tierra”.

Al parecer, para Malthus, el hombre existía para producir, en vez de ser la producción la que estuviese sometida a las necesidades del hombre. Y podemos poner en duda su sinceridad cuando proclama en otro sitio su firme esperanza de que la gente mejore de posición económica al tener menos hijos.

1.5.2. Obstáculos positivos: Hambre, Miseria, Epidemias, Guerras

Los obstáculos positivos que ponía Malthus al crecimiento de la población eran los que aumentaban el número de muertes: hambre, miseria, epidemias, guerras. Los elevaba al rango de fenómenos o leyes naturales, males necesarios y requeridos para limitar la población. Estos frenos positivos eran – según él – castigos a los que no cumplían la contención moral. Y sostenía que si de algún modo pudieran superarse esos obstáculos positivos, la gente se moriría de hambre, pues la población crecería con enorme rapidez mientras los víveres aumentarían muy lentamente, en el mejor de los casos. Así describía Malthus los frenos o diques positivos contra el avance de la población en la sexta edición de su Ensayo (libro IV, capítulo V):

“Es evidente que cualquiera que sea la proporción en que aumenten los medios de subsistencia, el aumento de la población ha de verse limitado por ella, por lo menos una vez que el alimento haya sido dividido en las raciones mínimas para subsistir. Cuantos niños nazcan después de haberse llegado a ese límite, tendrán que morir fatalmente, a no ser que les dejen sitio, al morir, los adultos… De manera que, para ser consecuentes, deberíamos facilitar, en vez de procurar impedirlas incesantemente, las operaciones de la naturaleza para producir esa mortalidad; y si nos causa horror la aparición demasiado frecuente del hambre mortal, debemos fomentar las otras formas de destrucción que nosotros mismos obligamos a la naturaleza a emplear. En vez de recomendarles limpieza a los pobres, hemos de aconsejarles lo contrario. En nuestras ciudades haremos más estrechas las calles, meteremos más gente en las casas y trataremos de provocar la reaparición de una epidemia. En el campo, construiremos nuestras aldeas junto a lagos pútridos y estimularemos la formación de poblados en los terrenos pantanosos e insalubres. Sobre todo, impediremos la cura de enfermedades que diezman la población; y esos individuos compasivos, pero muy equivocados, que creen hacerle un gran beneficio a la humanidad estudiando la manera de extirpar para siempre ciertas enfermedades, merecen nuestra reprobación. Si por los medios que hemos señalado y por otros semejentes, se lograse aumentar la mortalidad… podrñiamos casarnos todos, probablemente, al llegar a la pubertad, y muy pocos se morirían de hambre”.

Así que, según Malthus, la pobreza y la miseria son los castigos naturales que les están reservados a las “clases bajas” que no restringieron sus facultades de reproducción. De ello saca Malthus la siguiente conclusión, tan significativa: el Gobierno nunca debe ayudar a los pobres. Prestarles auxilio equivaldría a estimularles a tener más hijos o a que sobrevivieran más de ellos, con lo que en último término empeoraría el problema del hambre.
En los tiempos de Malthus, las condiciones en que se hallaban las fábricas y las ciudades eran frecuentemente espantosas. Por ejemplo, en 1819, los niños a quienes pagaban menos en las sederías de Coventry sólo podían comprar siete libras de pan con los jornales que cobraban a la semana por 96 horas de trabajo. Sin embargo, Malthus consideraba que estos fenómenos formaban parte de una gran ley natural. El Estado nada debía hacer para aliviar esa miseria. Y Malthus se expresaba así en la segunda edición (1803) (pero repitió estas palabras de las siguientes ediciones) de su Ensayo, pp. 531-532:
“El hombre que ha nacido en un mundo ya ocupado, si no puede lograr que los padres o parientes a quienes corresponda, le mantengan, y si la sociedad no quiere su trabajo, no tiene derecho alguno ni a la menor ración de alimentos. En resumidas cuentas, ese hombre no tiene por qué estar donde está. En el espléndido banquete de la naturaleza no le han puesto cubierto. La naturaleza le ordena que se vaya y no tardará en ejecutar su propia orden si este hombre no logra la compasión de algunos de los invitados. Si éstos se levantan y le dejan sitio, acudirán en seguida otros intrusos pidiendo el mismo favor… Se perturbará así el orden y la armonía de la fiesta, y la abundancia que antes reinaba se convertirá en escasez”.

He aquí cuatro citas más, todas ellas de la sexta edición del Ensayo. Son ejemplos de la inalterable oposición de Malthus a todo auxilio a los indigentes, basándose en que la pobreza es una ley natural que opera por culpa de los pobres.

“Los miembros de una familia que se ha hecho demasiado numerosa para las tierras que posee y que antes le venían adecuadas, no tienen derecho a reclamar a otros una parte de sus productos como si se tratase de un justo tributo. Resulta de las inevitables leyes de la naturaleza que algunos seres humanos han de pasar necesidad. Existen muchas personas desgraciadas que en la gran lotería de la vida no han sacado premio”. Libro III, capítulo II.

“Las leyes inglesas de protección a los pobres tienden a empeorar la situación general de los pobres de estas dos maneras. Primera: aumentando la población sin incrementar los víveres que ésta necesita para subsistir… Segunda: la cantidad de víveres consumidos en las casas de beneficiencia (asilos, etc.) por una parte de la sociedad que no puede ser considerada, en general, como la más valiosa, hace que disminuya lo que debería corresponder a sus miembros más industriosos y meritorios”. Libro III, capítulo VI.

“He reflexionado mucho sobre las leyes de protección a los pobres y por ello espero se me permitirá que me atreva a proponer una medida de abolirlas paulatinamente… Estamos obligados, por la justicia y el honor, a negarles a los pobres el derecho a ser mantenidos.
Con este objetivo, quisiera proponer una disposición por la cual se declarase que ningún niño nacido de cualquier matrimonio, después del año de haberse promulgado dicha ley, y ningún hijo ilegítimo nacido dos años después de esa fecha, puedan tener derecho a la asistencia parroquial…
Respecto a los hijos ilegítimos, una vez que se anuncie convenientemente, todos ellos se verían privados de la asistencia parroquial y quedarían con el único amparo de la caridad privada. Si los padres abandonan al niño, serán únicos responsables de este delito. Un niño, relativamente, es de poco valor para la sociedad, ya que en seguida vienen otros a ocupar su puesto”.Libro IV, capítulo VIII.
En el libro IV, capítulo XI, Malthus cita al gran agrónomo británico Arthur Young, para quien el mejor sistema sería “asegurarle a todo labrador del Reino, que tenga por lo menos tres hijos, medio acre de tierra para que cultive patatas y suficientes pastos para alimentar una o dos vacas”. He aquí el comentario de Malthus:

“Consideraría la adopción de esta medida como el golpe más cruel y fatal para la felicidad de las clases bajas de nuestro país, de cuantos hayan podido recibir… ¿Acaso no equivaldría este plan a un estímulo para el matrimonio y para tener más hijos? Sin embargo, afortunadamente ni siquiera los que tuviesen las más obtusas ideas políticas podrían aceptarlo, ya que se ha observado que quienes trabajan en terreno propio lo hacen perezosamente y a disgusto cuando luego han de trabajar para otros”.

¡Qué tranquilizadora resultaba esta doctrina para la conciencia de los ricos a quienes costaba tanto esfuerzo aportar su dinero a la caridad privada o, pagando impuestos, a la asistencia social organizada por el Estado! Las ideas de Malthus fueron adoptadas en parte por la dura y “científica” Reforma de la Ley de Protección a los Pobres, de 1834. Quedó suprimida toda ayuda a las personas aptas para el trabajo, no recogidas en casas de beneficiencia. Todo solicitante de ayuda tenía que ingresar en una institución benéfica después de haber empeñado todos sus bienes, antes de que le fuese concedido el auxilio pedido. Su esposa y sus hijos habían de entrar en un asilo o ponerse a trabajar en las fábricas de tejidos de algodón. En cualquier caso, su familia quedaba deshecha y era tratada con mayor dureza para quitarle toda espiración a convertirse en una carga para el Estado. El asilo equivalía a un estigma social e ingresar en él se convertía en una tortura psicológica y moral. La ley se proponía hacer tan insoportable la asistencia pública que la mayoría de los necesitados prefiriesen morir de hambre antes que sufrir tal indignidad. Este sistema iba a ser la base de toda la legislación asistencial británica hasta principios del siglo XX. Malthus, que murió cuatro meses después de haber sido aprobada esa reforma de la Ley de Pobres, debió considerarla como la consagración oficial de su idea de que en el banquete de la naturaleza no hay sitio para todos.

Read more...

1.6. Las leyes de pobres

Uno de los elementos de la vida social de la Inglaterra de su tiempo contra los que Thomas dirigió buena parte de su atención, fue el de las llamadas Leyes de los Pobres. Estas leyes se derivaban de una emitida en 1601, durante el cuadragésimo tercer año del reinado de Isabel I, en la que se hacía responsable a cada parroquia del cuidado de sus pobres. Dicha legislación tenía un origen basado más en un concepto del pobre como individuo aislado, que de la pobreza como condición social. Se distinguían por entonces cuatro tipos de pobres:
a) Los ancianos, los enfermos crónicos y los infantes demasiado pequeños para trabajar;
b) Los inhabilitados temporalmente debido a un accidente o a una enfermedad;
c) Los desempleados, y
d) Los vagos, categoría muy flexible que dependía para su aplicación de los humores, costumbres y temperamentos locales de la parroquia de que se tratase.
Como era natural, las categorías c) y d) tendían a incrementarse con el aumento de población, lo cual provocó que se emitiesen las Leyes de Asentamientos, que impedían que un recién llegado a una parroquia pudiera asentarse irregularmente en ella y se convirtiera en carga económica adicional para los habitantes de la misma. Esto estimuló una cacería inmisericorde de "extraños", particularmente si se trataba de mujeres embarazadas cercanas a dar a luz, a las que se ahuyentaba de una parroquia a otra. También como resultado del creciente número de indigentes, se establecieron en muchas parroquias, particularmente en las más ricas, casas o refugios de menesterosos manejados por concesiones a personas que generalmente sólo velaban por su beneficio económico, con la consecuente cadena de corrupciones y venalidades.

A finales del siglo XVIII se estableció una nueva categoría de pobres: aquellos que a pesar de tener un empleo no ganaban un salario suficiente para mantener a su familia, particularmente si era grande. Esta categoría empezó a incrementarse rápidamente a consecuencia de las mejoras en la salud pública, en especial con el uso de la inoculación contra la viruela. Esta técnica fue introducida alrededor de 1720 en Inglaterra por Lady Mary Wortley Montagu, una mujer excepcionalmente inteligente e inquieta, escritora, feminista y gran admiradora de la cultura otomana, de donde aprendió el uso de la inoculación directa contra la viruela. Edward Jenner descubrió casi a finales del siglo el método de la vacunación y desarrolló una vacuna contra la viruela, logrando un control casi total de la mortal enfermedad. Los resultados directos de estas acciones fueron la reducción drástica de la mortalidad infantil y, por lo tanto, la formación de familias más numerosas. Como consecuencia del incremento poblacional, se volvió más frecuente que se requirieran, como parte del salario, apoyos económicos para el sostén de la familia; éstos se empezaron a dar en la forma de una escala móvil basada en el precio del pan, conocida como sistema Speenhamland; sin duda, los sueldos bajos y una especulación con el precio del trigo deben de haber sido en extremo ventajosos para los patrones industriales, que empleaban abundante mano de obra de personas que con ese sistema no podían distinguir el verdadero monto de su salario.
No es difícil darse cuenta entonces de que hacia la última década del siglo XVIII se había establecido una igualdad entre ser obrero y ser pobre, y que algunos intelectuales de la época, entre ellos Malthus, estaban alarmados por el severo proceso de desmoralización que sufrían los obreros y los campesinos asalariados al encontrarse sumidos en la miseria. La percepción social de la época acerca del significado de la pobreza y el hambre, así como la de las Leyes de los Pobres, queda claramente plasmada en la siguiente cita de la Disertación sobre las Leyes de los Pobres, escrita por Joseph Townsend, clérigo inglés, y publicada en 1786 bajo el seudónimo de "Alguien que desea el bien de la humanidad":

Los pobres saben muy poco acerca de los motivos que estimulan a las capas más altas de la sociedad a la acción: el orgullo, el honor y la ambición. En general, es únicamente el hambre la que puede estimular y atraerlos [a los pobres] al trabajo; sin embargo, nuestras leyes han establecido que ellos nunca padecerán hambre. El hambre no es solamente una presión sutil, sino que puede ser el motivo más natural para que la gente sea industriosa y trabajadora, y realice los esfuerzos más poderosos. El hambre doma a los animales más fieros; les enseña decencia y civismo, obediencia y sujeción a los brutos, a los más obstinados y a los más perversos. Ciertamente, es una queja generalizada de los granjeros que sus hombres no trabajan tan bien cuando están satisfechos y no tienen hambre.
Parece ser una ley de la naturaleza que los pobres deben ser hasta cierto grado incapaces de proveerse a sí mismos, que siempre habrá algunos que puedan atender los oficios más serviles, más sórdidos y más innobles de la comunidad. La esencia de la felicidad humana resulta grandemente beneficiada en la medida en que las personas más delicadas y sensibles no tienen que trabajar en quehaceres laboriosos, sino que resultan liberadas de los trabajos ocasionales que las hacen miserables, permitiéndoles la libertad para proseguir, sin interrupción, aquellas acciones para las cuales son adecuadas y que resultan las más útiles al Estado. En lo que se refiere a los más bajos de los pobres, por lo general ellos están contentos con las ocupaciones más miserables, los trabajos más laboriosos y las actividades más peligrosas. Las armadas y los ejércitos de un Estado se enfrentarían muy rápidamente a una escasez de soldados y de marinos si la sobriedad y la diligencia prevalecieran universalmente. ¿Qué es si no la desesperanza de la pobreza la que hace que las clases más bajas puedan encarar los horrores que los esperan en los océanos tempestuosos o en los campos de batalla?
Por lo tanto, una provisión segura y constante para los pobres debilita este resorte vital. Aumenta su incapacidad para proveerse a sí mismos, y además no promueve su agrado para hacer todos los trabajos que una comunidad requiere de los más indigentes de sus miembros. Tiende a destruir la armonía y la belleza, la simetría y el orden de ese sistema que Dios y la naturaleza han establecido en el mundo.
Las Leyes de los Pobres que tenemos en Inglaterra establecen que ningún hombre, incluso por su indolencia, incapacidad de proveerse a sí mismo, vicio, etc., puede padecer de necesidades y de hambre. En aras del progreso de la sociedad, seguramente se encontrará que por lo menos algunos requieren tener condiciones de escasez y, por lo tanto, yo propongo esta pregunta: ¿quién es más merecedor de sufrir el frío y el hambre: el pródigo o el que no se puede abastecer a sí mismo, el haragán o el diligente, el virtuoso o el vicioso?

Los ataques de Malthus a las Leyes de los Pobres, de las cuales a juzgar por el texto anterior no era el único crítico, le ganaron una buena parte del desprestigio del que nunca pudo deshacerse por completo, en especial porque también criticaba severamente las políticas oficiales del gobierno. Por ejemplo, Malthus escribió en 1813:

“Confieso que me parece muy extraño que tantas personas que tienen aspiraciones de ser considerados economistas políticos sigan aún pensando que está dentro de la capacidad de los jueces, o incluso de la omnipotencia del Parlamento, alterar por un decreto las características y la circunstancia de este país; y en las actuales condiciones, en que la demanda de los productos es mayor que la oferta, por la publicación de un simple edicto, logren que la producción instantáneamente alcance y sea mayor a la demanda. En este sentido, actuamos como si el mercurio de un barómetro que está marcando condiciones de "tormenta" lo eleváramos por alguna presión mecánica a la marca de "tiempo calmado" y después nos sorprendiéramos de que aún sigue lloviendo intensamente”.

Uno de los párrafos que le trajeron mayor impopularidad es el referente a la inconveniencia de contraer matrimonio si las condiciones económicas de la pareja eran malas:

Para dar un conocimiento más general de esta ley y para que se refuerce mucho más en las mentes de las clases bajas de la población, los clérigos de cada parroquia deberían, antes de la solemnización de un matrimonio, leer un pequeño discurso a cada uno de los novios, estableciendo la inescapable obligación de cada hombre de sostener económicamente a sus hijos; lo impropio, incluso lo inmoral, de casarse sin la perspectiva más o menos razonable de estar en capacidad de hacer lo anterior; los males que han resultado para los pobres mismos de los intentos hechos por las instituciones públicas, a fin de relevarlos de una obligación que solamente les pertenece a los padres y la absoluta necesidad de abandonar tales instituciones públicas puesto que están produciendo efectos totalmente opuestos a los que se buscaban.
Lo anterior sería una bien definida, justa y precisa comunicación que nadie podría interpretar equivocadamente; sin presionar a nadie en particular, produciría de inmediato un cambio en las generaciones de su dependencia miserable y sin esperanza, sobre el gobierno y sobre los ricos, cuyas consecuencias tanto morales como físicas son verdaderamente incalculables.

Propiedad terrateniente

Es muy interesante glosar las apreciaciones de Malthus en torno a la propiedad terrateniente. En particular, porque señala que esta es una causa fundamental del atraso de América Española en el siglo XVIII. Sobre todo en comparación con América del Norte, donde la división de la propiedad y el acceso a la tierra fueron decisivas para su progreso.
"Una mala división de la propiedad - según Malthus - impide que el motivo de interés actúe con toda la fuerza que debería sobre el desarrollo del cultivo. La demanda de trabajo de los grandes propietarios quedará pronto satisfecha si no existe un comercio exterior lo bastante activo para dar valor a los productos de la tierra, antes de que la instalación de manufacturas abra los canales de la industria nacional, las clases trabajadoras no tendrán nada que dar a los propietarios a cambio del uso de sus tierras más que sus brazos.
Aunque los terratenientes tengan la posibilidad de mantener en sus posesiones una población abundante, al aumento de bienestar que puede sacar de ello es tan poco, si es que alguno, que difícilmente bastará para vencer su indolencia natural, o contrarrestar los posibles inconvenientes y molestias que pudieran acompañar a su actividad. El país se priva de su impulso al crecimiento de la población que surge de la división y subdivisión de la tierra según nacen nuevas familias, por culpa del estado original de la propiedad, y las costumbres y hábitos feudales que tiende a formar. Y, en estas circunstancias, si una deficiencia relativa del comercio y las manufacturas, que la desigualdad de la propiedad tiende más a perpetuar que a corregir, impide que aumente la demanda de trabajo y productos, que es el único remedio que puede distender el freno que ponen a la población esas desigualdades, es obvio que la América española puede seguir siendo durante siglos un territorio ralamente poblado y pobre en comparación con sus recursos naturales. (Ibidem, pág.288).

Read more...

1.7. Malthus y la guerra

La crisis de 1815

La interpretación corriente de la crisis que se inició en 1815, al término de las "guerras napoleónicas, fue que ésta se debía a la escasez de capital. Por tanto, la salida propuesta por unos y otros fue el aumento de capital.
Malthus salió al frente de esta interpretación de la crisis afirmando que ocurría exactamente lo contrario. Había en su opinión un exceso antes que una falta de capital. Por lo que cualquier intento de convertir una fracción adicional del ingreso en capital sería contraproducente.
En particular porque antes que una fracción mayor del ingreso se convirtiera en capital debía haber sido ahorro y éste mayor ahorro hubiera sido el resultado previo de una contracción del consumo que, en aquella circunstancia, hubiera sido totalmente contraproducente para la economía.
Para Malthus, lo que había ocurrido era una drástica disminución de la demanda, al llegar la paz. A su vez, esta caída de la demanda había producido una fuerte caída de los precios de todos los artículos. Por su parte, la reducción de los precios habría significado una disminución de las ganancias del capital. Lo que finalmente había conducido a una contracción de la demanda de capital. Esto es a un desequilibrio en el mercado de capitales por el lado de la demanda antes que de la oferta.
Pero había algo más. La contracción de la demanda de mercancías trajo también una disminución de la demanda de trabajo. De manera que había un exceso de capital y de trabajo al mismo tiempo. Por lo que en modo alguno se podía decir que el exceso de trabajo (léase desempleo) se vinculaba a una falta de capital.
Un punto adicional. Para Malthus, este exceso de capital se manifiesta antes de haber alcanzado un límite en la capacidad de producción de alimentos, si es posible hablar de esta manera. Porque es obvio que si hay un exceso de capital éste podría utilizarse para roturar nuevas tierras y para ampliar lo que hoy denominamos la frontera agrícola. Además Malthus en ningún momento se planteó, como lo hacen hoy los llamados neomalthusianos, problema alguno respecto a la capacidad de producción de la tierra y a la existencia de límites absolutos a la producción de alimentos. Su preocupación fue totalmente distinta: afirmó que la población tendía a crecer más rápidamente que la producción de alimentos y que esta diferencia planteaba un problema.
Para ponerlo en sus términos, Malthus decía que "puede encontrarse un límite al empleo de capital, y que en realidad se encuentra a menudo mucho antes de que exista ninguna dificultad real de conseguir medios de subsistencia, y que tanto el capital como la población pueden ser excesivos al mismo tiempo y por un lapso considerable, comparados con la demanda efectiva de productos". ("Principios de Economía Política", México, Fondo de Cultura Económica. 1977; página 336).

Las consecuencias de la paz

La paz trajo la pobreza a Inglaterra y eso, por lo absurdo que resulta, no podía ser fácilmente comprendido. Más bien, la expectativa era que la paz trajera abundancia y bienestar. En cierta manera, una recompensa al sacrificio que se había experimentado en los años de guerra.
Sin embargo, este resultado era perfectamente esperable. Al llegar la paz se produjo un desajuste general de la economía británica. Un desajuste que tuvo como resultado final una fuerte caída de la demanda. Pero también la desarticulación de una economía estructurada en función de las necesidades de la guerra.
"Los efectos de la paz" fueron los que indicamos porque "la presión de la guerra encontró una gran capacidad productiva y pareció incluso aumentarla", porque "la acumulación aceleró su ritmo en vez de disminuirlo y porque "el gran consumo de mercancías fue seguido por su oferta, lo que ocasionó un aumento de riqueza mayor que antes".
"Es natural suponer - prosigue Malthus - que una gran disminución de la demanda comparada con la oferta detendrá el progreso de la riqueza y ocasionará, tanto entre los capitalistas como entre las clases trabajadoras, amplias y grandes dificultades".
Luego Malthus recuerda que Inglaterra fue el país europeo que menos sufrió con la guerra "que más bien la enriqueció" y que es el "que más sufre con la paz" (Malthus, Op. Cit. Pág. 352).

La guerra como obstáculo positivo

Malthus consideraba la guerra como uno de los remedios naturales contra la superpoblación. Esto convertiría a la guerra en un fenómeno natural, en una ley de la naturaleza y un proceso inevitable. En la sexta edición de Un ensayo sobre el Principio de la Población, libro IV, capítulo II, escribió Malthus:

“Si se evita que la población crezca más de lo conveniente, se suprimirá con ello uno de los principales estímulos para la guerra ofensiva”.

Los modernos maltusianos se inclina a aceptar este punto de vista como veremos en las siguientes citas:

“La presión demográfica no sólo es una causa fundamental de la guerra sino que parece ser causa inevitable de ella” Guy Irving Burch y Elmer Pendell, Human Breeding and Survival, 1947.

“¿Cómo puede pensarse que las guerras se terminen – y los rumores de que habrá guerra – mientras naciones como los Estados Unidos tengan mucho más de lo que necesitan y, en cambio, tantos millones de habitantes de la India, China, Java, Europa Occidental, y quizá Rusia, carecen de lo necesario?”. William Vogt, Road to Survival. 1948.

“Una de las causas principales de las actitudes agresivas de las naciones individuales y de gran parte de la discordia entre grupos de naciones, se puede atribuir a las tierras de producción decreciente y a la presión de la población, sin cesar creciente” Fairfield Osborn, Our plundered planet, 1948.

“Desde luego, la superpoblación no es la causa única de la guerra, pero no cabe duda de que es una de las grandes causas subyacentes y no suele discutirse que la miseria es un importante factor para impulsar a los hombres a tomar las armas”. J.C. Flugel, Population, psychology and peace, 1947.

“Cuando el estómago exige alimentos y no podemos dárselos, nos matamos unos a otros individual o colectivamente, según convenga. No ha habido guerra alguna que no tuviese un fondo de estómagos vacíos”. C.C. Furnas y S.M. Furnas, The store of man and his food, 1942.

“Todas esas incursiones y guerras acabaron elevando el nivel de vida de algunos. Perdiesen o ganasen, o quedasen empatados, los supervivientes mejoraban de nivel de vida. La misma extensión de tierra dividida entre un número más reducido de personas, suponía más tierra para los que vivían. Y los supervivientes de los grupos vencedores ganaban mucho más, claro está, puesto que se beneficiaban de lo que dejaban sus compañeros caídos en la lucha y del botín tomado al enemigo. Rusia es un buen ejemplo. La segunda guerra mundial diezmó su población y los supervivientes se encontraron con más parte y vivieron mejor que antes… Por lamentable que parezca, es indudable que la guerra ha sido siempre un medio eficaz para reajustar la población a los recursos alimenticios”. Frank A. pearson y Don Paalberg, Starvation truths, half-truths, untruths, 1946.

Estos autores ignoran el hecho de que la URSS perdió el equivalente a cuatro años de renta nacional en gastos militares y en la destrucción de fincas por el enemigo durante la segunda guerra mundial.
Nuestra última cita será de un eminente profesor de la Universidad de Columbia y director de la Oficina de Investigaciones Sociales Aplicadas.

“A veces se da por cierto que los repentinos aumentos en la proporción de fallecimientos pueden causar una regresión en el progreso económico, bien sea por la mortalidad misma o por los motivos de esa mortalidad. Esto sería cierto si el aumento de mortalidad se sostuviera durante un largo período, indicando con ello una acusada ineficacia del sistema social y económico. Pero una gigantesca ola de mortalidad que dure unos pocos meses o años, sobre todo si sus causas no son a la vez destructoras para el capital, tendería a eliminar el sobrante de población y a influir en la desaparición de viejas rigideces institucionales y en la supresión de otras barreras. La historia de la peste en Europa nos revela esos resultados. Una tercera guerra mundial, que tuviera características de guerra total con la utilización de armas atómicas y biológicas, es muy probable que dejase el escenario mundial preparado, una vez que pasara su tremenda destrucción, para que se produjese en él un progreso de ritmo mucho más rápido que el probable en otras circunstancias. Si esto sucediese, podría realizarse la transición demográfica en un plazo más breve y con una población mundial más pequeña de lo que ahora parece posible.
Desde luego, una solución de los males de este mundo por medio de la muerte parece una perspectiva muy tenebrosa y cruel y que todos desearíamos evitar si dependiera de nosotros. Pero un cambio tan inmenso como el que supone industrializar a las tres cuartas partes del mundo implicaría en cualquier caso enormes gastos y grandes sufrimientos. El esfuerzo realizado para conseguirlo gradual y pacíficamente – y a un coste que no sea excesivo – nos acarrearía más problemas de los que se intentasen resolver. En efecto, los problemas derivados de una evolución pacífica se hace imposible si no se lleva a cabo una purga. Si se demuestra que la mortalidad es el precio del progreso será porque la humanidad es demasiado estúpida para pagar otro precio mucho más pequeño: el control de la fecundidad”. Kingsley Davis, The controversial future of underdeveloped areas, 1952.

Parecen existir dos proposiciones maltusianas capitales respecto a la guerra. Primero: la presión demográfica y la pobreza son causa fundamental de guerra. Segunda: las guerras solucionan el problema planteado por la presión demográfica y la pobreza por el sencillo procedimiento de matar a un inmenso número de personas.
La densidad de población y la pobreza no son forzosamente conceptos emparantados. Pero aunque lo fueran, la historia demuestra que no es en absoluto cierto que los países más pobres y con mayor densidad de población ataquen a sus vecinos ricos. Debemos recordar que las naciones europeas occidentales se cuentan entre las más ricas del mundo y que las de Asia, África y América del Centro y del Sur se hallan entre las más pobres. Pues bien, ¿acaso han atacado los africanos a sus ricos vecinos europeos para intentar apoderarse de sus fértiles tierras y de su riqueza mineral? ¿Agredió América Latina a España cuando ésta se hallaba en la cumbre de su riqueza? ¿Intentó Juárez, desde Méjico, atacar a Francia en la época de Napoleón III para sacar de ella algún botín? ¿Agredió China a Gran Bretaña en las guerras del opio? ¿Se han visto directamente amenazadas Gran Bretaña, Francia y Holanda por India, Indochina y las Indias Orientales?
Es evidente que las naciones más ricas han sido siempre las más agresivas mientras que las más pobres fueron siempre las más pacíficas en las relaciones internacionales. Y no vale decir que los países infradesarrollados habrían sido los más militaristas si hubiesen dispuesto de la riqueza y las armas necesarias para emprender una guerra. El hecho innegable sigue siendo que nunca han tomado la iniciativa en las empresas bélicas internacionales.
Durante la pasada generación, Alemania, Italia y el Japón pretendieron verse obligadas – impulsadas por la presión de su creciente población – a apoderarse de colonias. Esta supuesta justificación de la guerra que los maltusianos se han apresurado a aceptar, no es más que una pretensión fraudulenta.
La segunda afirmación capital de los maltusianos referente a la guerra es, como decíamos, que las guerras reducen la presión demográfica y la pobreza por el expeditivo procedimiento de matar mucha gente. Esto requiere un estudio de lo que cuesta una guerra en gastos militares, pérdida de producción y destrucción de riqueza como consecuencia de las acciones bélicas.

Read more...

1.8. La ecología poblacional de Malthus

Malthus introdujo el concepto de que la demanda de recursos naturales requeridos por una población que aumenta en determinado momento tiene que exceder el suministro; por ejemplo, si una población crece de manera exponencial, esto resulta en un incremento en la competencia por los medios de subsistencia, alimentos, refugios, etc. Este concepto ha sido denominado la "Lucha por la Existencia".
Según Malthus, la superficie terrestre limita inexorablemente la producción alimenticia, y los límites de ésta determinan sin piedad el número de hombres que el mundo puede contener. Este tema de la tierra va a conducir a la temática contemporánea de la ecología. Tema este que tiene raíces históricas notables. Centrada sobre la expansión, incluso la agresión, el imperialismo británico se traduce en políticas de conquistas territoriales y de explotación de recursos naturales. Por su parte, los Estados Unidos no esperan el fin de la Guerra de Secesión para poner en práctica la doctrina mesiánica del Destino manifiesto. La anexión de Florida, Texas, California, las guerras de Cuba y Filipinas, la separación de Panamá y Colombia, etc. permiten comprender la importancia de las "zonas de influencia", de las "fronteras" movibles, "cotos de caza reservados" - y de lo que las geopolíticos alemanes pronto llamarán el "espacio vital".
La ecología poblacional gusta de considerar a la ley de Malthus como uno de sus pilares principales. Según esta ley cuando las tasas de natalidad o mortalidad son constantes, una población crecerá (o decaerá) a una proporción exponencial.
Así, la Ley de Malthusian describe cómo las poblaciones crecen o se reducen cuando nada más sucede. "Describe la situación predefinida para las poblaciones - cómo se comportan en ausencia de cualquier factor que las perturbe (Ginzburg y Colyvan, 2004)".
Ginzburg (1986) señaló que la Ley de Malthusian desempeña un papel en la ecología similar al de la Primera Ley de Newton en la física. Antes de Galileo y Newton, Aristóteles afirmó que el estado predefinido de todos los objetos era el reposo, y que el movimiento sólo ocurría cuando se aplicaba fuerza a un objeto. Sir Isaac Newton, sin embargo, demostró lo contrario: que el movimiento uniforme era el estado predefinido y que el movimiento no uniforme y el reposo normalmente ocurrían sólo cuando se aplicaba fuerza a un objeto. Su primera ley incorpora el concepto de inercia que es "la tendencia de un cuerpo a resistirse al cambio de su velocidad (Bordillos, 2001b)".
Al igual que la Primera Ley de Newton, la Ley de Malthusian señala que el estado predefinido de una población no es el reposo (es decir una población constante), sino el movimiento (es decir el crecimiento o declive exponencial); y que cuando las poblaciones no crecen o disminuyen exponencialmente es porque una fuerza externa (es decir algo en el ambiente) está alterando las tasas de natalidad y/o mortalidad (Ginzburg, 1986, Ginzburg y Colyvan, 2004). Esta fuerza externa (del medio ambiente) puede ser un factor abiótico o un factor biótico, tal como "el grado de aglomeración inter-específico y las densidades de todas las demás especies en la comunidad que podrían interactuar con la especies focal (Turchin, 2003). "
Volviendo a la época de Malthus, resulta que la posición del reverendo no era la del conjunto de la burguesía. Los representantes del capitalismo en ascenso, conscientes de la dinámica expansiva del sistema, de la tendencia permanente a aumentar la producción de todo, se convencieron muy pronto de la impertinencia de las tesis de Malthus. Para el siglo XIX (y aquí incluimos no sólo a los pensadores burgueses sino también a los pensadores revolucionarios como Marx y Engels), el desarrollo de la técnica permitiría al ser humano, a largo plazo, un dominio total de la naturaleza. En cierto sentido no se equivocaban, en esa época no se veían límites objetivos que la naturaleza pudiera poner y existían muchos recursos energéticos que todavía no se utilizaban más que marginalmente. Inclusive, hoy día, ciertos representantes de la burguesía, en particular la tendencia ultraliberal ilustrada por el semanario inglés The Economist, mantienen esa posición, lo que se refleja en las dos referencias a esa revista citadas en el artículo de Bennetti.
Sin embargo, la sola existencia, sobre todo en los países imperialistas, de movimientos ecologistas que cuestionan la destrucción del medio ambiente producido por el desarrollo desmedido, por la industrialización y hasta por la extensión de las tierras de cultivo, plantea la necesidad de estudiar estos problemas. Se trata de peligros reales o tan sólo de un planteo nostálgico de volver a otros tiempos en los cuales se vivía "en armonía con la naturaleza", más precisamente, volver al paraíso terrenal?
La tecnología del control de la natalidad que se inició apenas en 1960 con la síntesis de la progesterona dio inicio al proceso de regular el índice de natalidad; lo cual representa la posibilidad de cambiar el curso natural, para poder llegar a tener la cantidad de habitantes adecuada de acuerdo al ecosistema. Además nos abre las puertas para a pensar y actuar con las herramientas de la ecología. Antes del control natal se tenía la idea de que la pobreza se debía a una mala distribución de la riqueza o a un injusto reparto de las ganancias de las empresas, en donde el patrón se apropiaba de la plusvalía; o al mal sistema de gobierno. Ahora con el control natal podemos observar que la pobreza es un fenómeno ecológico debido a un acelerado crecimiento poblacional que devalúa el precio de la mano de obra.

El control de la natalidad fue la propuesta de T. R. Malthus como principal solución al problema de la pobreza. En sus tiempos de 1800, no era posible lograrlo de ninguna manera más que la abstención voluntaria de las relaciones sexuales. En el capítulo de la ecología de las poblaciones del libro de Sutton, podemos observar los factores de competencia que se suscitan cuando la población ha abarcado las posibilidades alimenticias del hábitat; éstos son comparables al drama que los humanos padecemos.
El control de la natalidad mostró la evidencia de que el fenómeno de la pobreza es ecológico y no moral; esto nos ha abierto la puerta a una metodología para observar los fenómenos sociales con las herramientas de la ciencia de la ecología. La introducción de la ecología en la sociología brinda una perspectiva novedosa, que contempla las ventajas de aplicar el control de la natalidad y muestra la importancia de diseñar el hábitat donde han de habitar los humanos para la salud y desarrollo de los individuos en la sociedad.
Es fundamental el estudio de la ecología de las poblaciones para conocer las herramientas metodológicas y los factores que se consideran. El mundo de los seres humanos está amenazado por la explosión demográfica; esto es debido a que el control de las enfermedades fue introducido décadas antes que la tecnología del control de la natalidad, lo cual frenó la mortalidad y disparó el crecimiento poblacional. El control de la mortalidad como lo llama, Aldox Huxley en su libro “Retorno al mundo feliz” nos dice:

“El control de la mortalidad es una tecnología barata comparada con el precio de la introducción del control de la natalidad. Regular los fallecimientos es algo que puede ser procurado a todo un pueblo por unos cuantos técnicos a sueldo por un gobierno benévolo. Regular los nacimientos depende, en cambio, de la cooperación de todo un pueblo entero. Esta regulación debe ser practicada por incontables individuos, a los que se reclama más inteligencia y poder de voluntad de los que poseen la mayoría de los prolíficos analfabetos del mundo, y un gasto de cantidades superiores a las que la mayoría de esos millones pueden destinar a tal fin.
En el mundo contemporáneo real, el problema de la población no ha sido solucionado. Por el contrario, se está agravando y haciendo más formidable con cada año que pasa. Es con este sombrío telón de fondo biológico como se está representando todos los dramas políticos, económicos, culturales, y psicológicos de nuestro tiempo. A medida que avanza el siglo XX y que los nuevos miles de millones de seres humanos se añaden a los existentes, este telón de fondo biológico avanzará, cada vez más insistente, cada vez más amenazador, hacia el frente y centro del escenario histórico. El problema de una población en rápido crecimiento en relación con los recursos naturales, la estabilidad social y el bienestar de los individuos es actualmente el problema central de la humanidad. Seguirá siendo el problema central del próximo siglo y tal vez por varios siglos más.
A medida que poblaciones grandes y crecientes presiona más duramente en los recursos disponibles, la posición económica de la sociedad sometida a esta prueba se hace más precaria. Esto reza especialmente para esas regiones atrasadas donde una repentina declinación, motivada por la penicilina, el agua limpia y el DDT,( redujeron) el índice de mortalidad (el cual) no ha sido acompañado por el correspondiente descenso en el índice de natalidad.
¿Cómo está haciendo frente la humanidad al problema de sus cifras de rápido aumento? No con mucha fortuna. Tenemos dos alternativas: por un lado, el hambre, la peste y la guerra; por otro, la regulación de los nacimientos”.

Esto que menciona Aldoux Huxley es ilustrado en Ecología como demostáto, en el cual la retroalimentación negativa por el hambre, la guerra y la peste, produce una declinación en la población, la cual posteriormente, encuentra una nueva situación de abundancia de recursos disponibles y vuelve a incrementar su número hasta que los recursos se agotan provocando nuevamente el mismo ciclo de hambre guerra y peste. Dicho ciclo solamente puede ser revertido con el control de la natalidad. En el libro de Sutton se pueden estudiar los factores de la ecología de las poblaciones ampliamente.
Con la emigración a las ciudades por las clases miserables del campo, que es todo un fenómeno de nuestros tiempos (ejemplo de ello es que actualmente el 80% de la población vive en las zonas urbanas), los emigrantes se enteran del control natal y de alguna manera lo aplican, Con ayuda de los organismos gubernamentales de salud y algunas fundaciones filantrópicas. Esta es la forma en que se está controlando la natalidad, por que las ciudades registran un crecimiento poblacional natural, mucho menor que el de la clase rural.
El exceso de nacimientos ocasiona que la mano de obra se devalúe, y la pobreza se agudice. Al reducirse el poder adquisitivo se frena la economía, se reduce el ahorro, se reduce el desarrollo empresarial, etc. Es catastrófico el que la natalidad esté en este momento a razón de duplicar la población mundial al doble en tan solo 35 años. También es escalofriante pensar que la mitad de las mujeres en el mundo todavía no empiezan a procrear.
Solamente los chinos han tenido una solución inteligente al permitir un solo hijo por mujer y esto después de que las mujeres han cumplido los 26 años de edad. Con ese plan como se muestra en la gráfica siguiente la población puede reducirse, pero solamente después de que la mitad de las mujeres procreen, lo cual va a aumentar la población a un 25% más, para posteriormente empezar a declinar. De manera que aún con este plan, dentro de los próximos 60 años, la tierra contará con el mismo número de habitantes que hoy tenemos, para caer después rápidamente. Bajo este esquema, en 300 años el planeta podrá tener el 10% de la población que hoy le habita.
El fenómeno de reducir la población presenta situaciones interesantes e inimaginables, pero se podrían mencionar algunas como:
Cada individuo heredaría lo de sus padres y la segunda generación contaría además con la herencia de los abuelos.
La vivienda iría sobrando, quedando como ruinas arqueológicas
El precio de la mano de obra sería mayor al reducirse la oferta
El capital per–cápita aumentaría
Aumentaría el ahorro
Las empresas se desarrollarían
No habría desempleo
Sobrarían escuelas, hospitales, deportivos, y mucha más infraestructura
La fauna y la flora de nuevo tomarían su lugar

Lo contrario de este proceso es conocido como “la plaga humana” que carga los siete caballos del Apocalipsis y que actualmente es capaz de duplicarse en tan solo 35 años.
Sir Julian Huxley siendo director de la UNESCO, en su libro “La crisis humana” (1960) nos dice:

“A mi juicio, el problema demográfico mundial es el más importante y más grave de todos los problemas que ahora agobian a la especie humana. Este problema fue propuesto por el reverendo Malthus, quién fue el factor que llevó tanto a Darwin como a Wallace, cada uno por su lado, a la idea de la selección natural. Cierto día de 1838, ocurrió algo que el autor relata con frase encantadora. Se me ocurrió leer por entretenimiento Malthus on Population. Como resultado de esta lectura, surgió en su mente la idea de la selección natural. La idea de Malthus era que la población tiende a crecer en proporción geométrica, según un índice de interés compuesto, pero los medios que permiten mantener a esta población tienden a crecer de acuerdo a un índice muy inferior.
Si el hombre no consigue controlar el índice de crecimiento, es posible que pierda el derecho a denominarse el señor de la creación y se convierta en cáncer de todo el planeta, un cáncer que devorará los recursos terrestres y exterminará al propio ser humano, o por lo menos frustrará sus esperanzas evolutivas.
A menudo se ha sugerido que la industrialización puede aportar una solución al exceso demográfico en los países subdesarrollados. Pero si el número de niños que nacen es excesivamente elevado, gran parte del capital financiero y de conocimiento humano se consagrará a alimentar, educar, albergar y cuidar a los niños que están creciendo, y no quedarán recursos adecuados para realizar las inversiones de capital necesarias en el proceso de industrialización.
Todos los organismos que prestan ayuda de asistencia financiera o técnica a los países subdesarrollados, trátese de organizaciones oficiales de la ONU o el banco mundial, la F.A.O., la Organización Mundial de la Salud, o la UNESCO; o de organismos gubernamentales como los que aplican el plan Colombo y el plan de la Asociación Norteamericana de Desarrollo Internacional; o de fundaciones privadas como Ford o Rockefeller, deben contemplar esta cuestión y sus implicaciones en relación con todas las solicitudes de ayuda. Los organismos que prestan ayuda deben considerar el préstamo demográfico de los países que lo solicitan, por que si su índice de crecimiento demográfico es excesivamente elevado la ayuda financiera se malgastará, diluyéndose en el excesivo incremento de población. El organismo que presta ayuda debe sugerir, con tacto pero firmemente, la conveniencia de trazar una política de población destinada a disminuir el índice de incremento, y debe asignar parte de la ayuda a la aplicación de dicha política.
Además las naciones avanzadas y privilegiadas deben proponer a sus economistas y científicos sociales la tarea de elaborar vías y métodos para suministrar incentivos económicos y sociales que promuevan un índice más bajo de incremento demográfico. Es indudable que mediante asignaciones familiares, impuestos diferenciales u otras medidas sería posible crear métodos económicos y sociales que ejercieran presión a favor de la disminución del número de habitantes. También es necesario ejercer presión sobre las Naciones Unidas y sus organismos. Por ejemplo, en dos ocasiones se propuso que la Organización Mundial de la Salud tuviese en cuenta la densidad demográfica como factor que afectaba a la salud del mundo. En ambos casos se rechazo la propuesta. Este caso constituye un escándalo internacional. A firmar que la presión demográfica no afecta la salud equivale a sostener un verdadero absurdo.
También debemos procurar la realización de otras medidas deseables. Debemos crear organismos demográficos nacionales de carácter oficial y grupos de ciudadanos que ejerzan verdadera influencia como centros de presión y orientación. Además todas las universidades deberían de también dar cátedras de demografía. Y, por supuesto, debemos cuidar que se dé adecuada publicidad al problema de la población.
Margaret Mead ha propuesto que las universidades organicen “cátedras del futuro” y yo sugerí que debemos considerar la ciencia de las posibilidades humanas como uno de los campos principales de la investigación científica. Estas medidas no sólo nos ayudarían a hallar la adecuada motivación principal para la futura acción conjunta de la humanidad, sino que también suministrarían el rumbo de nuestro avance futuro en este inexplorado pero fecundo territorio de la existencia”.

La propuesta tecnológica que la Ecología sugiere es la de controlar la natalidad y también el generar hábitats tecnificados, ambos brindan la solución y la perspectiva del futuro, en donde esta tecnología tendrá un desarrollo para lograr la máxima adaptación a nuestro medio ambiente. Dicha tecnología es la tarea a seguir, sin ella somos incongruentes con nuestra supuesta inteligencia y capacidad científica.

Read more...

2. El origen del malthusianismo 1822

Pa

Read more...

2.1. Evolución del malthusianismo

Nacido en Inglaterra en 1822 con Francis Place (tutor de John Stuart Mill), el maltusianismo se desmarcó fundamentalmente de la doctrina de Malthus (malthusismo) cuando, para limitar el crecimiento de la población, preconizó las prácticas anticonceptivas y no ya la limitación moral; de ahí su éxito en los ambientes más radicales de los siglos XIX y XX. En 1860, el periodista Charles Bradlaugh había creado en Londres la Malthusian League. R. Drysdale la volvió a lanzar en 1877 a raíz de un pleito “por obscenidad” contra Charles Bradlaugh y Annie Besant (habían reeditado con anotaciones el opúsculo sobre control de los nacimientos del americano Charles Knowlton).
Las tesis de la teoría de Drysdale era la afirmación de las tres necesidades del hombre, la del alimento, la del descanso y la del amor; tan fuerte y tan atendible y tan moral es esta última, como las dos primeras; si, pues, todos los hombres satisfacen las del alimento y del descanso, no hay razón ninguna para que no satisfagan también la del amor; es, por tanto, falsa, absurda y recusable la moral tradicional que, fuera del matrimonio, prescribe la continencia total y aún dentro de aquel exige la fidelidad de los esposos y prohíbe cualquier medio que tienda a evitar la generación.

“El matrimonio está llamado a desaparecer, porque el amor, como los demás apetitos, está sometido a mutaciones, mientras que la institución matrimonial es algo rígido e inflexible”. Drysdale. Citado por Eloy Montero. Neomaltusianismo, eugenesia y divorcio. 1932.

En el continente, el relevo fue tomado en Francia por el anarquista Paul Robin, que fundó en 1896 la Liga para la Regeneración Humana; y en Alemania por el socialdemócrata Alfred Bernstein, que organizó en Berlín al final del verano 1913 dos clamorosos mítines. En estos dos países, al igual que en Italia y en España, los neomalthusianos se toparon con la hostilidad de las autoridades y con la desconfianza de los pensadores socialistas (Kart Kautsky, Clara Zetkin, Rosa Luxemburg).

“La mejor garantía de la subsistencia y ecuación de la prole está más que en el matrimonio, en la independencia, especialmente de la madre, la cual tiene derecho a tener hijos sólo cuando lo desee, acudiendo incluso al aborto, si así lo estima conveniente”. Paul Robin. Citado por Eloy Montero. Neomaltusianismo, eugenesia y divorcio. 1932.

No obstante, a partir de 1914, la Malthusian League pasa a la acción práctica y empieza a difundir consejos anticonceptivos mientras se desarrolla más o menos en todos los países de Europa la militancia feminista (Annie Besant, Emmeline Pankhurst, Maria Deraismes, Madeleine Pelletier, Nelly Roussel). Pronto se propone como principal objetivo el florecimiento sexual de la mujer, ya que el control de los nacimientos ya no es más que un elemento entre otros muchos (M. Stopes, 1918). En Estados Unidos es donde sobre todo tiene lugar este importante giro de los acontecimientos gracias a Margaret Sanger, que había lanzado en febrero de 1914 el periódico Women Rebel y fundado luego una clínica de acción antinconceptiva en Brooklyn en 1916. Después de la guerra, organiza en Nueva York en 1925 la VI Conferencia Internacional Neomalthusiana y de “birth control” y después, en 1927, el primer Congreso Internacional de la Población de donde surgió la Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población; ésta se emancipó casi de inmediato de la corriente maltusiana, lo que supuso la gran decepción de Margaret Sanger.
En Inglaterra, el Medical Women´s Federation Newsletter se interesa por el birth control y se forma un Comité de Investigación en 1927 con el concurso de numerosas personalidades médicas. Aquel mismo año, la Malthusian League decide disolverse a la vez que sigue publicando su periódico The New Generation. En 1936, un grupo de militantes funda una Asociación para la Reforma de la Ley sobre el Aborto. Por último, en 1939, con vistas a reagrupar a todas las asociaciones de promoción del control de los nacimientos, la National Birth Control Association adopta el nombre de Family Planning Association. Con ello, se dio por finalizado el paso del neomaltusianismo al birth control (L.A.Hall, en Rondín et al., 1997).
Por las mismas fechas, el movimiento neomalthusiano francés agonizaba a pesar de los desesperados esfuerzos de Eugene y Jeanne Humbert (F. Ronsin, 1980): Francia había salido exagüe de la Gran Guerra y la propaganda neomalthusiana parecía incongruente en este país. Por lo demás, la ley del 31 de julio de 1920 había reprimido la incitación al aborto y prohibido tanto la difusión de productos anticonceptivos como la propaganda antinatalista. En 1926, la maestra de escuela Henriette Alquier fue llevada a juicio por un artículo publicado en el Boletín de los grupos feministas de la enseñanza laica; quedó absuelta, lo que animó a Humbert a lanzar un nuevo periódico, Gran Reforma, que tuvo un éxito sólo menor.
En 1927, el doctor Leunbach funda en Dinamarca la Liga Mundial para la Reforma Sexual. Se adhieren a ésta Eugene Humbert para Francia, Norman Haire para Inglaterra, Johannes Rutgers para los Países Bajos, Fernand Mascaux para Bélgica, Henri Gächter para Suiza, el doctor Robinsin y Margaret Sanger para Estados Unidos. La liga organizó a duras penas algunos congresos si bien contribuyó a orientar el conjunto del movimiento del neomaltusianismo hacia el birth control (Ronsin et al., 1997).

Read more...

2.2. Francis Place

El primer "neomaltusiano", Francis Place, claramente aludió a Malthus en sus Illustrations and Proofs of the Principle of Population (1822), pero avanzó a una intrépida, posición nueva:

"Si ... fue una vez claramente comprendido, que no fue de mala reputación para las personas casadas aprovecharse de tal medio preventivo como desearían, sin ser perjudicial para la salud, o destructivo para la delicadeza femenina, prevenir la concepción, quizás un control suficiente produciría inmediatamente el aumento de la población más allá del medio de subsistencia; el vicio y la miseria, hacia un grado prodigioso, quizás sean eliminados de la sociedad; y el objeto del Sr. Malthus, Sr. Godwin y cada persona filantrópica, es promovido mediante el aumento del bienestar, de la inteligencia y de la conducta moral en la masa de la población". (Place 1822: 165).

Ya que la "masa de la población" fue la mayor preocupación, tomó otra medida radical y, en 1823, fueron distribuidas hojas conteniendo consejos contraceptivos. Este asesoramiento (recomendando la "inserción" precoital de una esponja en la vagina) no fue muy útil desde nuestro presente punto de vista médico, pero por lo menos creó una base para la discusión pública. Es más, una de las hojas se dirigió específicamente a "trabajar a las personas" y trató las diferentes razones económicas de la anticoncepción: el tamaño de las familias limitadas conduciría a un aumento de sueldo para los trabajadores y contribuiría a concluir con la miseria del trabajo de los niños (Himes 1970: 216217).
Curiosamente, la "democratización" del conocimiento anticonceptivo, mientras fue privadamente denunciado en muchos barrios, al principio no provocó ninguna censura del gobierno. Place y otro antiguo neomaltusiano, no encontraron mucha resistencia oficial a sus campañas anticonceptivas. De hecho, el libro de un médico estadounidense que trató ampliamente los métodos anticonceptivos, Knowlton ‘Fruit s of Philosophy (1832), se vendió lentamente en Inglaterra durante décadas, antes de que se convirtiera en polémico.

Read more...

2.3. El neomalthusianismo

Hubo discípulos de Malthus que moderaron la doctrina del maestro, otros fueron mucho más allá de lo que éste se proponía, dando lugar con ello a que se viera en el malthusianismo una doctrina que, no sólo aconsejaba reflexionar antes de contraer matrimonio, sino que exigía que sólo se tuviera un pequeño número de hijos, amenazando a los que así no lo hicieran con la miseria, la muerte prematura y la pérdida de los hijos, y declarando que la sociedad no sería responsable de su imprevisión y permanecería indiferente a su desgracia.
En realidad, Malthus sólo aconsejó como único medio preventivo de la superpoblación, el celibato honesto, declarando que entendía por constricción moral, la que un hombre se impone respecto del matrimonio, por un motivo de prudencia, cuando su conducta, durante este tiempo, es estrictamente moral, y que su objeto práctico era tan sólo mejorar la suerte de las clases inferiores de la sociedad. Sin embargo de estas declaraciones, algunos malthusianos, creyendo que era una cándida ilusión esperar de los célibes una estricta moralidad, buscaron otro medio más práctico para evitar el incremento de la población. Unos propusieron ahogar a los recién nacidos, sometiéndolos a una asfixia sin dolor (painless extinction); otros solicitaron el apoyo de los Gobiernos para impedir el matrimonio a los jóvenes sin recursos, o por lo menos para retardar la época de los casamientos, y lo lograron en algunos países como en Berna y en Mecklemburgo-Schewerin, y otros no vacilaron en hacer un llamamiento a los vicios más vergonzosos, tendencia esta última que caracteriza al moderno, malthusianismo. Ya Stuart Mill sostuvo que debía considerarse a las familias numerosas con el mismo desprecio que a la embriaguez u otro exceso corporal, y Garnier habló de la necesidad de la previsión conyugal. Las tendencias materialistas de los tiempos modernos, la guerra al espíritu religioso, y el deseo de goces, han conducido a preconizar y a desarrollar en la práctica la esterilidad voluntaria. Los principales iniciadores de esta teoría han sido Francisco Place, reformador francés, autor de la obra Ilustración y pruebas del principio de población (1822), Robert Dale Owen, autor de una Fisiología moral (1831), en que estaban expuestos los distintos métodos para impedir la concepción: los hermanos Drysdale, que fundaron en Inglaterra (1877) la Liga Malthusiana (Malthusian League), que tiene su órgano, en la prensa, The Malthusian.
El mal se ha extendido por Holanda, donde existe también una liga malthusiana, que publicaba en La Haya un periódico titulado Het Glukkig Huisgezin y ha llegado hasta Alemania fundándose la liga neomalthusiana alemana, cuyo órgano es la revista Sozial Armoni, de Stuttgart. Los socialistas, si bien no son malthusianos en la organización social actual, creen que la doctrina habrá de aplicarse en el futuro estado socialista, ya que entonces, habiendo desaparecido la necesidad y la guerra y suprimidos todos los obstáculos y trabas naturales, el acrecentamiento de la población será harto rápido y excesivo. Así lo dice Ziegler (La cuestión social es una cuestión moral, Barcelona 1904, tomo 2º, pág. 109), y fundado en ello atribuye Hertzka al Estado socialista la intervención en el acrecentamiento de la población, y quiere Schäffle un matrimonio que produzca el número de hijos que sea posible mantener, tanto más cuanto que la restricción legal del número de hijos sería necesaria en el Estado socialista para evitar la desigualdad en el reparto de las riquezas. A su vez, muchos [572] anarquistas preconizan el neomalthusianismo como medio de hacer la guerra a la actual sociedad burguesa.
Así Luis Bulffi en su obra Huelga de vientres (Oporto 1906), cree que con ello no se fomentaría la explotación del hombre por el hombre, y se negarían elementos a la producción capitalista, al militarismo y a la miseria, obteniéndose la inmediata ventaja de mejorar la situación económica de los trabajadores, disminuir el número de éstos, rebajar las horas de trabajo y llegar hasta la abolición del salario. Esta tendencia (que desconoce el que la organización social actual no depende del número de individuos), ha encontrado una gran aceptación en Francia, donde se distinguió por su actividad en propagarla el célebre médico Paul Robin, que formó numerosos grupos neomalthusianos, fundó la Liga de la regeneración humana, para enseñar las prácticas anticoncepcionistas, publicando una revista mensual con el título de Regeneration, en París, y un folleto denominado Generation volontaire, con el mismo objeto. La propaganda ha pasado también a España. Mateo Morral tradujo la obra de Robin repartiéndola gratis entre las obreras y haciendo propaganda por España, y si bien Grave, Malato, Bonafulla y Federico Urales combatieron la teoría, ésta ha producido la llamada Liga de la regeneración humana, que tiene su centro en Barcelona, donde publica una revista semanal Salud y Fuerza, que, convertida en empresa editorial, divulga descarada e impunemente la infecundidad voluntaria y los métodos prácticos para obtenerla.
Los resultados de esta propaganda neomalthusiana se observan principalmente en Francia, en donde el aborto provocado (defendiéndose el derecho a él sin consideración a que el concebido es un ser humano y convirtiéndose su provocación en una profesión; Ver Aborto y Delincuencia), la ovariotomía [acerca de la cual declaraba en 1896 el doctor Canu que se había practicado en París 30 o 40.000 mujeres, y que existían en Francia 500.000 de ellas sin ovarios (citado por Fonsegrive, Mariage et union libre, París 1904, pág. 220)], y el onanismo y demás prácticas neomalthusianas, cuya difusión asustaría si pudiera ser conocida, han logrado disminuir la natalidad de tal manera, que es inferior a la mortalidad, haciendo que hombres de las más distintas tendencias (como Zola, en Fecondité; Bertillon, en la Depopulation de la France, y Leroy Beaulieu en La question de la population), hayan dado la voz de alerta, previendo la desaparición de Francia de la categoría de las naciones, hecho que, de seguirse por el mismo camino, señala el diario japonés Taiyó, de Octubre de 1904 (citado por Castan, La crisis del matrimonio, Madrid 1914, pág. 558), para fines del siglo actual.
Buscando los autores las causas que han podido producir esta aceptación de los principios neomalthusianos, la escuela de Le Play lo ha atribuido al móvil de conservar el patrimonio familiar, dado el régimen legal de partición hereditaria; pero esta explicación no basta, porque el hecho se da incluso en aquellas clases que carecen de bienes. Otros encuentran la explicación en las condiciones económicas de la sociedad moderna, que hacen pesada la paternidad e incierto el porvenir de los hijos, razones que si podrían tener aplicación tratándose de las clases burguesas, no la tienen en cuanto a la clase proletaria, en la cual los cuidados que se dedican a la infancia son bastantes sumarios y poco costosos, y los hijos comienzan pronto a aportar ingresos a la familia. Vacher de Lapouche encuentra la explicación en la tendencia del homo alpinus, y, sobre todo, del mestizo de alpinus y europeus, el individualismo, que le lleva a no sentir la necesidad moral de perpetuar su raza y a no sentir sino el aguijón material del placer (Les selections sociales, París 1896); mas tampoco esta teoría explica cómo los pueblos más prolíficos son actualmente los que tienen menor genio político, y como en el Oeste de Europa, asiento del espíritu nacional, es donde el fenómeno de la despoblación parece estar especialmente localizado. Spencer, Zola, Ellis, Leroy Beaulieu y otros, sostienen ser la civilización lo que disminuye la fecundidad; pero la causa no se encuentra en la civilización en sí misma, sino en los caracteres de egoísmo, feminismo, amoralismo e irreligión de la civilización actual.
En demostración de esta tesis alega Castán (obra cit., págs. 563 y sigs.): 1º El espíritu democrático, por virtud del cual, como escribe Arsenio Dumont, «el menor átomo de la plebe procura subir hasta la cúspide social, para lo que constituyen los hijos un obstáculo»; 2º El feminismo, que al emancipar a la mujer e igualar al hombre arrojándola en la lucha por la vida y el empleo, hace que no esté dispuesta a aceptar las molestias y la carga de la maternidad, y 3º El abandono de la religión y de la moral católicas, como lo prueban las observaciones de Etienne Rey (Maximes morales et inmorales, 2º ed., París 1914), Bertillón, Ellis (El sexo en relación con la sociedad, Madrid 1912), Tallquist (Investigaciones estadísticas sobre la tendencia a una menor fecundidad en los matrimonios, Helsingfors, 1886), Lacassagne (Les actes de L'Etat civil, Lyón-París), Perin y otros muchos, que prueban que los países más religiosos han sido siempre y son los que han tenido y tienen más hijos, y que el número de los matrimonios religiosos está en relación con el aumento de la natalidad.

En cierto sentido este sistema es el lógico resultado del Malthusianismo. Aunque Malthus se hubiera horrorizado de las prácticas de la más nueva teoría, sus propias recomendaciones eran mucho menos eficaces como medios para el objetivo común de ambos sistemas. Los Neo-Malthusianos comprenden mejor que él, que para restringir la población deliberadamente a la magnitud deseada, además de una casta abstención o del aplazamiento de matrimonio otros métodos son necesarios. Por ello, instan a los matrimonios a usar dispositivos artificiales e inmorales para evitar la concepción. Algunos de los líderes más prominentes de este movimiento eran Robert Dale Owen, John Stuart Mill, Charles Bradlaugh, y Annie Besant. Con ellos merecen ser asociado muchos economistas y sociólogos que implícitamente defienden las mismas prácticas, ya que ellos defienden un nivel de vida confortable que crezca indefinidamente, e instan a la limitación de descendencia como el medio seguro con que la labor los obreros pagados más pobres puede ser hecho más escaso y estimado. Algunos de los líderes del Neo-Malthusiananismo en Inglaterra sostuvieron que ellos estaban simplemente recomendando a los pobres lo que los ricos denunciaban pero que en secreto practicaban.
En común con la teoría más antigua de la cual toma su nombre, el Neo-malthusianismo asume que la población sin restricciones excederá el sustento, pero por sustento se indica una nivel de confort liberal, e incluso progresivamente ascendiente. Con toda probabilidad esta disputa es correcta, por lo menos, en la última forma; pues todas las indicaciones están en contra de la suposición de que la tierra puede dar un nivel de confort ascendiente indefinidamente de consuelo para una población que continúa aumentando hasta el límite de su capacidad fisiológica. Por otro lado, las prácticas y las consecuencias del sistema son más fútiles, engañosos y desastrosas que los del Malthusianismo. Las prácticas son intrínsecamente inmorales, implicando la perversión de las facultades y funciones naturales, por no decir nada de su efecto injurioso sobre la salud física. La condición tenía como objetivo a, a saber, la familia pequeña o sin niños en absoluto, desarrollando un grado de egoísmo y de autoindulgencia que disminuyen muy considerablemente la capacidad por el servicio social, el altruismo, y toda forma de logro industrial e intelectual. Por ende, los economistas, sociólogos y médicos de Francia condenan la baja tasa de nacimientos y las familias pequeñas como un grave mal nacional y social. En el lado industrial, neo-malthusianismo pronto derrota su propio fin; pues el egoísmo acrecentado y el disminuído estímulo al trabajo es seguido naturalmente por un rendimiento más bajo del producto. Si la restricción de descendencia se confinara a las clases más pobres, la mano de obra se volvería de hecho relativamente escasos en relación con los tipos más altos de trabajo, y sus sueldos subirían, dado que su productividad no se disminuía por la deterioración de carácter. Es un hecho, sin embargo, que las clases acomodadas adoptan el método mucho más que las pobres, con el resultado que el suministro excesivo de mano de obra no cualificada se aumenta en lugar de disminuir. Donde todas las clases se entregan a la práctica, la sobreoferta de mano de obra no cualificada permanece relativamente inalterada. Los sueldos de todas las clases en Francia son más bajos que en Alemania, Inglaterra, o los Estados Unidos (cf. Decimoquinto Informe Anual del Comisionado de Mano de Obra). Finalmente, un nivel de confort constantemente creciente afianzada por las prácticas y la atmósfera moral de los medios del neo-malthusianismo no significa un nivel de vida más alto, sino uno más bajo; no conlleva cultura más genuina o valores morales más altos, sino placeres físicos más abundantes y un materialismo más refinado.

Read more...

  ©Template by Dicas Blogger.